Concierto en Lagari

Concierto: Odilere + el gran Flinn Sorrow y su inigualable Orquesta Randalera

Lugar: Lagari
Dirección: Pflügerstr. 19 / Ecke Nansenstr. 12047 Berlin (Neukölln)
Día: 6 diciembre 2013
Hora: a partir de las 20:00; teóricamente Odilere 20:30 y nosotros a las 22:00
 
Concierto: Odilere + el gran Flinn Sorrow y su inigualable Orquesta Randalera
 
Heroico. El concierto de este día fue heroico para mí. Me desperté a las ocho de la mañana con escalofríos y dolor de cabeza, y decidí que ese día no iba a trabajar. Llamé al trabajo para avisarles y me volví a dormir. Me desperté como a las 6 de la tarde y seguía tan jodido como antes. No sé qué cojones tenía pero me sentía hecho una puta mierda. "Mal asunto", pensé. El concierto iba a ser en unas horas y mi estado era lamentable. Así que intenté tomarme un café y una galletas a ver si, poco a poco, me recuperaba. Al minuto de entrar en mi cuerpo, los sudodichos alimentos decidieron que no se iban a quedar dentro y tomaron el camino de vuelta. Menos mal que me dio tiempo a pillar una bolsa de plástico.
 
Estaba peor que antes, así que decidí llamar a Luis, el contrabajista, para decirle que anulábamos el concierto. Y así lo hice, pero a los pocos segundos de haberle colgado comencé a sentir unos terribles remordimientos. "¿Qué mierda de artista soy, que anula un concierto?" Jamás lo he hecho y ésta hubiera sido mi primera vez. Éste es un mundillo donde no te puedes poner enfermo. Ya saben: the show must go on, el espectáculo debe continuar. Así que al minuto volví a llamar a Luis y le dije que aunque fuera mi último concierto, seguíamos adelante (quizás no hacía falta tanto drama, pero ya digo que estaba fatal). Eso sí, le dije que me saltaría el soundcheck y llegaría justo antes de actuar. El local era un sitio pequeño y fácil de sonorizar así que no debería haber demasiados problemas para ajustar algún volumen sobre la marcha.
 
Así, me acerqué hasta el Lagari. Cabe decir que, adicionalmente, ayer llegó el frío a Berlin. Estábamos sobre los cero grados y las primeras nieves han asomado hoy (estoy escribiendo esto al día siguiente). Así que el tiempo no ayudaba precisamente a mi debilitado estado de salud. Pero vaya, que llegué y me pedí un té para calentar el cuerpo. La banda anterior, nuestros amigos de Odilere, aún estaban tocando y tenía un rato libre antes del concierto. Y así me quedé, como el little bird que soy, tomando mi té en un sillón e intentando sobrevivir.
 
Y llegó el momento de salir al escenario. Me pedí otro té, pero esta vez le pedí que me echaran un poco de ron para darle sabor. La camarera intentó cobrarme pero le dije que era el cantante y que iba a salir al escenario en ese mismo momento. Como no había estado en el soundcheck, no me conocía. Un oportuno grito de Ileana desde el escenario, llamándome en ese preciso momento para subir, acabó de convencer a la camarera. Y salí a escena con el té con ron que, por cierto, me dijeron que en el norte de Alemania le llaman schrock.
 
El público era, como suele suceder, muy selecto pero escaso. Ésta es una de las cosas que a veces le hacen pensar a uno si esto vale la pena. Uno se mata a ensayos y se deja un dineral en instrumentos para luego tocar para cuatro gatos. Pero en el escenario no hay lugar para esos pensamientos. Uno tiene que tocar con la misma pasión para cuatro que para cuatro mil. Así que ataqué mi primer acorde y comenzó el show.
 
Una de las cosas buenas de estar con fiebre son los delirios. Quizás en otro tipo de trabajo no sea algo positivo pero sobre el escenario resultó ser muy inspirador. Solté una cantidad de tonterías impresionantes durante canción y canción, que hicieron las delicias del público. Al menos yo escuché risas; espero que no fueran parte de mi delirio. También entre canción y canción me fui tomando mis traguitos de schrock.
 
Técnicamente, no estaba muy fino. Por eso, pedí antes del concierto a la banda que suspendiéramos los dos temas más complicados que tenemos. Como suelo decir, nosotros no hacemos pop de mierda con tres acordes; nosotros sabemos tocar. Pero como digo, ayer no era mi mejor día y decidí eliminar los temas que más complicaciones ofrecían. Aún así, recuerdo que hice un par de solos bastante vergonzosos.
 
La banda, por contra, estaba óptima e hicieron un gran trabajo, como siempre. De hecho tres chicas irlandesas que estaban por ahí, estuvieron bailando casi todos los temas al ritmo de nuestro demoledor swing. Y fue muy divertido porque al final del concierto hice el gesto de tirarme desde el escenario, a lo que las tres chicas respondieron y me tomaron en brazos. Hay pruebas de ello.
 
Flinn Sorrow en volandas
 
En fin, que dimos un buen concierto. La gente se lo pasó en grande y la banda también. Yo no puedo decir que lo pasara mal porque al fin y al cabo, hacer música es lo que me da la vida. Pero vaya, que fue duro. Eso sí, tras el concierto me tomé una cerveza y acto seguido me fui a casa a dormir doce horas. Hoy me he dedicado a quedarme en cama recuperando fuerzas, mirando el facebook, algo de porno, y escribiendo esta sarta de tonterías.